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sábado, 8 de diciembre de 2012

Ente de Desarrollo de la Región Sur


Algunas reflexiones originados por el artículo de Jorge Castañeda sobre el Ente de Desarrollo de la Región Sur. (Diario Rio Negro  26.11.12) y también en este blog

 Pedro Dobrée
pdobree@neunet.com.ar

Interesante vuestra nota sobre el Ente para el Desarrollo de la Región Sur, pues me ha permitido reflexionar sobre algunos aspectos del Estado, la relación entre este y los ciudadanos en Argentina y los objetivos de las organizaciones. Nada nuevo sin dudas, pero apropiado para mover un poco las neuronas.
Un viejo pensador sobre temas relacionados con la Sociología de las Organizaciones, el austriaco Peter Drucker, de larguísima trayectoria en las universidades de USA y del mundo, sabía decir que las organizaciones, para sobrevivir y desarrollarse, deberían “...satisfacer necesidades de la sociedad y de los individuos”.
Importante frase esta, pues remite a pensar que los objetivos finales no son de los miembros del ente ni de algunos de ellos, no están en el interior de las organizaciones, sino que están afuera de ellas, en el ambiente en que habitan; satisfacer estas necesidades es la forma en que las organizaciones justifican socialmente su existencia.
Este razonamiento es válido para todo tipo de organización, sea pública, del tercer sector o del ámbito privado.  En este último caso no hay que confundirse con la obtención de las ganancias sobre la inversión realizada, pues es imposible obtener dinero de una organización que no satisfaga alguna necesidad de las personas que la rodean.
El caso que Ud. plantea es interesante desde este punto de vista. Una organización que desde su creación cumple poco, y nada, con los encomiables objetivos planteados desde el inicio, a pesar de su buen presupuesto – en algunos años más y en otros menos, obviamente – que deriva del Presupuesto General de la Provincia de Río Negro, no se justifica socialmente.  
Y cuando la mayor parte del presupuesto se destina a salarios y gastos de funcionamiento, queda claro que no se está trabajando para objetivos que están “afuera”, sino para los que están “adentro”.
La metáfora que se me ocurre en esta oportunidad, alimentada por las palabras de Drucker y por la aparente contradicción de estas con las circunstancias que Ud. describe, es que el Ente se comporta como un paciente con solo vida vegetativa. Los aportes presupuestarios de la Provincia actúan como la alimentación artificial o el respirador, que mantienen vivo al cuerpo en forma indefinida. También ha de suceder que la discusión sobre el mantenimiento de esta situación del Ente, es tan apasionada, como lo es la necesidad de “desenchufar” o mantener conectado y con vida, al cuerpo humano inerte.
Si hubiese intentos de “desenchufar”, rápidamente habría voces que se elevan argumentando contra esta tentativa. Además de intentar demostrar el cumplimiento de objetivos logrados, tarea difícil probablemente, se discutirá que el Ente paga sueldos a gente que vive en Maquinchao y en otras localidades de la región y realiza gastos, con lo cual se logran medidas de inyección de recursos en un área que, sin dudas,  tiene pocos. Esto es cierto, pero nunca fueron cifras importantes y hasta el presente no han provocado ninguna mejora económica global.
La estructura política del Directorio del Ente, con representantes de los Consejos Deliberantes de cada pueblo, más sus Intendentes, más la representación de las Comisiones de Fomento y de los Departamentos y algunos más, eleva en Viedma, caja de resonancia provincial, la audibilidad de estas voces.
Esto último me obliga a hacer mención de los criterios utilizados para el manejo del Estado y para la conformación de los organismos que han de materializar las actividades que se pretenden llevar adelante.
Aquí se ha creado un “grupo de trabajo” con el objetivo de “planificar y coordinar las acciones necesarias para la promoción integral...de la Región Sur de Río Negro ...”. Este grupo de trabajo constituye el Directorio de un Ente, que con la contratación de personal técnico y administrativo intenta cumplir con los objetivos planteados en el Estatuto de la entidad.
Es fácil adivinar que las tareas a cargo del Directorio no se llevan a cabo de forma muy eficiente; contando sus miembros llegamos al número 22.
Los mejores grupos recolectores de datos son los grupos amplios y los mejores grupos “decidores” son los grupos reducidos. Un grupo de trabajo como el Directorio del mencionado Ente, esta sustancialmente destinado a decidir y no a buscar datos, pues se supone que los conocimientos de la problemática regional ya la tienen.
Pero el criterio para la conformación del organismo no ha sido la búsqueda de la labor eficiente. Ha sido, por el contrario, un criterio político: “incluir a las distintas expresiones partidarias de la región”, “no dejar localidades afuera” o “satisfacer las expectativas de todos”.
Finalmente algunos comentarios sobre la relación Estado - ciudadano.
En estas condiciones – las de las circunstancias que motivan este escrito - el Estado es sumamente criticable. Pero no es fácil criticar al Estado desde un punto de vista políticamente progresista.
En Argentina, donde en general todos somos muy maniqueos, evidenciar las fallas del Estado te coloca en una posición llamada “liberal” o “conservadora”. Las personas que están ubicadas en esta posición consideran que el Estado debe ser absolutamente mínimo y entrometerse poco y nada en la vida de los ciudadanos, que bien saben ellos como mejor vivir y convivir.
Mientras que ser progresista o de izquierdas, o simplemente de centro, significa defender el Estado, pues se considera imprescindible para asegurar el desarrollo humano en términos de igualdad, fraternidad y libertad, como se viene diciendo desde la Revolución Francesa para acá.
Pero la dificultad ahora es la imposibilidad de criticar, de subrayar defectos organizativos, la innecesaria existencia de algún organismo o la incorrecta administración de otra. Hay que mirar para otro lado cuando alguna organización pública no sirve para otra cosa que de ser fuente de “trabajo” para quienes nunca supieron que es hacer un esfuerzo.
Qué pasa cuando no se acepta esta regla, cuándo no se barre bajo la alfombra, cuándo se pone el dedo en la llaga?
Allí es cuando uno amanece en el otro bando; sin saber por qué y fundamentalmente sin quererlo, pues resulta difícil, o imposible, enarbolar la bandera del “si, pero …” sin que te ubiquen del lado que no quieres estar.


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