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miércoles, 14 de diciembre de 2011

“La General Juana Azurduy y su liderazgo por la Libertad”

Estrategias en los Negocios: IV parte
“El aspecto humano en las estrategias”

Lic. Leonardo Nestor Ibacache[1]

leoibacache@hotmail.com



Presentación:

El propósito de los artículos relacionado a las estrategias escritos por el autor es que posean un fin práctico y didáctico a los lectores, tratando de fusionar nuestra historia Argentina y Latinoamericana muchas veces poco conocida con “teorías de administración” desde diferentes autores.

En la primera parte de “Estrategia en los negocios[2]“publicada en esta revista virtual se definió la concepción de estrategia y sus antiguos orígenes militares bélicos. Además se citaron a los exponentes más reconocidos en los ámbitos académicos e intelectuales, autores de las dos obras más significativas y antiguas pero dotadas de una inmensa vigencia: “El arte de la guerra” de Sun Tzu (chino, vivió 500 a.C.) y “Sobre la guerra” de Karl Von Clausewitz (Prusiano, 1.780 – 1.831).

En la segunda parte se analizó estratégicamente “la campaña Libertadora del General San Martín[3]”, sucedida entre los años 1.814 y 1.821.

En el tercer artículo: “El General Martín Miguel de Güemes y la guerra de guerrillas[4] nos referimos al concepto: “Marketing de guerra” tratando de relacionarlo con las estrategias de Guerra de Guerrillas” exitosamente implementadas.

Es de destacar que para sorpresa y alegría del autor precisamente esta tercera parte relacionada al General Güemes fue también publicada en el boletín número 133[5] del Instituto Nacional Guemesiano por pedido expreso de quienes lo publican, el cual además es publicado en diferentes páginas virtuales del país que promueven y difunden la historia y obra del General Güemes.

            Esta cuarta parte, denominada: “La General Juana Azurduy y su liderazgo por la libertad” trata de una de nuestras mejores heroínas, cuya importancia en la Independencia Latinoamericana fue reconocida por Manuel Belgrano, José de San Martin, Martin Miguel de Güemes e incluso Simón Bolívar, entre otros. Se intentara analizar sobre todo su capacidad de liderazgo, fundamental en el desarrollo de cualquier “estrategia”.



Introducción:



            Juana Azurduy es una de las mujeres más importantes de la historia de la emancipación americana porque no solo traspaso las barreras sociales de su época, además de afrontar de manera personal muchas adversidades desde su infancia sino que en la actualidad su imagen como luchadora, como mujer valerosa sigue teniendo vigencia e incluso haciéndose cada vez más fuerte.

            Es imposible ignorar sus hazañas militares en una época sumamente tradicional y patriarcal colmada de caudillos con personalidades por demás carismáticas e influyentes en todos los ámbitos, sociales, políticos, económicos del siglo XIX en un contexto convulsionado, bélico e invadido por la incertidumbre constante frente a un enemigo con un fuerte raigambre histórico en el suelo americano (más de 300 años de dominación).

            Tal es la capacidad de influencia de esta heroína en las luchas independentistas en el Norte de la actual Argentina y del Alto Perú, actual Bolivia que es considerada la primera mujer que en 1.816 es nombrada con el rango militar de teniente coronel y autorizada a usar un uniforme militar luego de destacadas batallas (Atribución a la que solo los hombres en su época podían acceder) a través de un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón, Director supremo de las Provincias Unidas del Rio de la Plata. Luego el General Manuel Belgrano hace entrega simbólica de su sable como reconocimiento. Incluso, “se cuenta además en su haber 33 batallas victoriosas[6]”.

            En la actualidad, en la Republica Argentina, “el 14 de julio de 2.009, la presidenta argentina Cristina Fernández ascendió post-mortem a Juana Azurduy, del grado de Teniente Coronel a General del Ejército Argentino[7]”, y en Bolivia, “en noviembre de 2.009, el Senado la ascendió póstumamente al grado de Mariscal de la República, declarándola “Libertadora de Bolivia”, en base a las acciones de patriotismo demostradas en bien de la independencia del país[8].”



Liderazgo en las estrategias



             Sin duda en el ámbito empresarial relacionado a las “estrategias” uno de los aspectos fundamentales es el estudio del aspecto humano. En el Libro: “Análisis estratégico de compañías” su autor al respecto comenta lo siguiente: “la estrategia corporativa abarca un enfoque planificado en el logro de los objetivos definidos: saber adónde se quiere ir y como llegar allí. Los objetivos o metas significan el final del proceso o el final del proceso y la estrategia significa los medios o los cómo de una implementación exitosa.

            Toda compañía importante debe contar con una estrategia que sea reconocida y aceptada por el directorio y además idealmente comunicada y aceptada por todos los empleados, los cuales están activamente involucrados y participan en su desarrollo.” (Vause, 2008:225)

            Sun Tzu nos dice al respecto: “cuando la tropa no manifiesta adhesión y subordinación a los mandos, no podremos convencerla ni siquiera aplicando castigos. Cuando los soldados adhieren a nosotros pero no acatan la disciplina, no deben ser utilizados en combate; por eso hay que convencerlos ideológicamente a través de causas justas y generosas y unificarlos por medio de la disciplina” (Sun Tzu, 2003:61)

            Esto nos remite entonces a pensar en la importancia del liderazgo cuando se desarrolla y se pone en marcha una estrategia. Koontz y Weihrich definen el liderazgo de la siguiente forma: es “la influencia, arte o proceso de influir en las personas para que se esfuercen en forma voluntaria y con entusiasmo para el logro de las metas del grupo” (Koontz y Weihrich, 1998:782).

            Por otra parte, Robbins y Coulter nos aportan sietes rasgos relacionados con el liderazgo:

1.      Dinamismo: los líderes realizan una gran cantidad de esfuerzo. Tienen un deseo relativamente alto de logro; son incansablemente persistentes en sus actividades y muestran iniciativa.

2.      Deseo de dirigir: los líderes tienen un fuerte deseo de influir en los demás y dirigirlos. Muestran el deseo de tomar la responsabilidad.

3.      Honestidad e Integridad: los líderes crean relaciones de confianza entre ellos mismos y sus seguidores siendo sinceros y honestos, y mostrando gran congruencia entres sus palabras y hechos.

4.      Confianza en sí mismos: los seguidores buscan líderes que no duden de sí mismos. Por lo tanto, los líderes deben mostrar confianza en sí mismos para convencer a sus seguidores de que sus objetivos y decisiones son los correctos.

5.      Inteligencia: los líderes deben ser lo suficientemente inteligentes para reunir, sintetizar e interpretar grandes cantidades de información y deben tener la capacidad de crear visiones, resolver problemas y tomar decisiones correctas.

6.      Conocimientos pertinentes al trabajo: Los líderes eficaces tiene una gran cantidad de conocimientos sobre la empresa, la industria y los asuntos técnicos. Los conocimientos profundos permiten a los líderes tomar decisiones bien informadas y entender las implicaciones de esas decisiones.

7.      Extraversión: Los líderes son personas muy activas y alegres. Son sociables, seguros de sí mismos y raramente son callados y retraídos. (Robbins y Coulter, 2005: 423)

            En este sentido se podría analizar el siguiente fragmento del “Arte de la Guerra”: “quien sea hábil en dirigir las tropas puede lograr que estas se muevan como una serpiente: cuando se les agarra por la cabeza, mueven la cola para soltarse; cuando se las tomas por la cola, utilizan la cabeza para atacarnos; si se las sostiene por el centro, pueden mover ambas partes para escapar” (Sun Tzu, 2003:72)



Vida de Juana Azurduy de Padilla



            Juana Azurduy nació el 12 de julio de 1.780 en las cercanías de Chuquisaca (Actual Bolivia) esta era una de las ciudades más importantes de la América española. Sus padres fueron un hombre de dudoso linaje español don Matías Azurduy y una madre indígena, doña Eula­lia Bermúdez.

            Cuando ella tenía siete años falleció súbitamente su madre y al poco tiempo después también perdió a su padre en forma violenta. Huérfana, quedo bajo la tutela de sus tíos Petrona Azurduy y Francisco Díaz Valle al igual que su hermana. Juana entonces, fue enviada al monasterio de Santa Teresa pero debido a su conducta tras un tiempo fue expulsada.

            Lejos del monasterio se reencuentra con Manuel Ascencio Padilla, con quien antiguamente sus familias habían mantenido una estrecha relación. Deciden entonces casarse.

            Azurduy y su esposo Padilla se sumaron a la Revolución de Chuquisaca que el 25 de mayo de 1.809 destituyó al presidente de la Real Audiencia de Charcas, en la que tuvo protagonismo Juan Antonio Álvarez de Arenales. Ligados con las expediciones enviadas desde Buenos Aires, al mando primero de Antonio González Balcarce y luego en 1.813 el General Manuel Belgrano asume como nuevo jefe del Ejército Auxiliar del Norte.

            Tal como explica O´Donnell en su libro: “Juana Azurduy, la teniente coronela[9]”: “Belgrano era un hombre justo y respetuoso de las costumbres y de las creencias de los lugareños, y además había derrotado a los ejércitos realistas nada menos que en dos batallas, en Salta y en Tucumán,”, más adelante agrega: “Los esposos Padilla se presentaron ante el general Belgrano y de inmediato y hasta el final de sus días se estableció entre ellos una vigorosa corriente de simpatía y de comprensión. Belgrano supo apreciar que tenía ante sí dos colaboradores de gran valía y así lo reflejó en los informes que enviaba a Buenos Aires. Doña Juana, enfervorizada, recorre las tierras de Tarabuco convocando voluntarios para unirse a la lucha por la independencia y por la libertad.

            Su presencia en los ayllus era tan imponente, encabritada sobre su potro entero y apenas domado, haciendo entrechocar su sable contra la montura de plata potosina, enfundada en una chaquetilla militar que lucía con un garbo varonil que la embellecía como mujer, tan absolutamente convencida de aquello que también convencía a Manuel Ascencio, que llegó a reunir a 10.000 soldados.

-Es la Pachamama -susurraban los indios, ilusionados de que si la seguían les sucederían cosas buenas.

            Los esposos habían recibido instrucciones de Belgrano de reclutar voluntarios, alistarlos y unirse a las tropas que pronto chocarían contra las fuerzas realistas. El hecho de que Juana fuera mujer, y tal estirpe de mujer, decidía a muchos hombres a unirse a la lucha y, lo que era más remarcable, también lo hacían no pocas mujeres, anticipando lo que sería aquel formidable cuerpo de amazonas que debería ocupar mejor lugar en nuestra Historia.

            Manuel Ascencio, menos aureolado por lo mágico o lo religioso, prometía que, de obtener la victoria, las tierras sobre las que indios y cholos dejaban sus vidas al servicio de patrones despiadados volverían a ser suyas como lo fueron en los tiempos del Collasuyo, el imperio indígena.

            Sus dominios, eso era lo que aymaras y quechuas Veían representado en doña Juana, la Pachamama, la madre tierra, aquello que ellos añoraban, que les había sido arrebatado en una guerra que habían perdido y desde la que vivían sometidos entregando su sudor y su sangre sin que a cambio los godos les dieran más que sufrimiento, indignidad y muerte prematura.

            Las tropas argentinas de Belgrano representaban, una vez más, la posibilidad de que el triunfo estuviera próximo. Aunque Castelli y González Balcarce hubieran fracasado ignominiosamente. Pero eran los aliados naturales de los caudillos altoperuanos por cuanto tenían el mismo enemigo: las tropas españolas que bajaban desde Lima para sofocar la rebelión que había estallado a orillas del Río de la Plata.

            Sin embargo, quizás para no despertar los celos de las tropas regulares y de sus oficiales, en los campos de Vilcapugio Belgrano dispuso que los Padilla y sus hombres se ocupasen de transportar los pesados cañones a través de escarpadas montañas hasta situarlos en los lugares adecuados. De esta manera, otra vez Manuel Ascencio fue simplemente testigo, tascando el freno y ahogando la rabia, de una derrota de los ejércitos patriotas en los que él tanto confiaba para asegurar la victoria contra España.

            De todas formas cumplieron cabalmente con las instrucciones posteriores del abatido Belgrano y protegieron la retirada de las divisiones del general Díaz Vélez hacia

Potosí.

            Doña Juana quiso saber de boca del mismo jefe del ejército por qué se les había negado una participación más directa en la contienda, segura ella que de no haber sido así otra habría sido la suerte de esa batalla. Al parecer el general argentino le respondió que existían dudas acerca de la disciplina que pudiera imponerse a fuerzas tan desacostumbradas a la formalidad de un ejército regular.

            Herida en su amor propio pero demostrando su excepcional espíritu, la amazona decidió organizar un batallón que denominó "Leales", al que le inculcó tácticas y estrategias militares que pudo aprender de algunos textos que el mismo Belgrano le facilitó.

            La mística alrededor de la figura de la esposa de Manuel Ascencio Padilla continuaba creciendo en vastas regiones del Alto Perú, adquiriendo características sobrenaturales. Fortalecida su identificación con, la Pachamama, el austero Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano dice: "doña Juana era adorada por los naturales, como la imagen de la Virgen".

            En marzo de 1.814 Juana y Manuel vencieron a los realistas en varias batallas y en espera de un contraataqué, las tropas revolucionarias tuvieron que dividirse: Manuel se encamino hacia La Laguna y Juana se interno con sus cuatro hijos pequeños y un grupo de guerrilleros en un refugio cerca al rio, en el valle de Segura, provincia de Tomina. Esta batalla fue la más cruel y dolorosa de todas las que tuvo. Juana se interno con sus cuatro hijos en un monte desconocido sin alimentos y sus soldados escoltas huyeron asustados. En ese incidente y debido a la plaga de insectos se enferman sus cuatro hijos, Manuel y Mariano mueren primero y luego en el refugio del Valle de Segura sus dos hijas de paludismo y disentería.

            El 2 de agosto de 1.814 nuevamente se presenta en combate y estaba nuevamente embarazada. Juana dio a luz su hija Luisa Padilla en las orillas del Rio Grande, en el momento en que se inicio el ataque realista. Los hombres que la custodiaban presumieron que su jefa estaba débil y que era el mejor momento para robarle a la recién nacida. Los realistas además habían fijado en 10.000 pesos en plata la cabeza de Juana. Los traidores avanzaron sobre Juana y ella se alzo con su hija en brazos y la espada obsequiada por Belgrano. Monto a caballo con la pequeña Luisa y juntas se zambulleron en el rio y lograron llegar con vida a la otra orilla.

            El sin fin de situaciones complejas lanzaron a los esposos a un vendaval de batallas, Tarvita, El Salto, Quila Quila, Potolo, Aiquile, Las cañadas, Presto, las Carretas, La laguna y El Villar. En esta última, el 14 de septiembre de 1.816 Padilla fallece y su cabeza es clavada como trofeo de guerra por los enemigos, posteriormente Juana valerosamente la recupera y le rinde los honores merecidos.

            O´Donnell, Pacho en su artículo “Juana Azurduy” publicado por la revista Lilith en marzo de 2005 (Buenos Aires) describe de la siguiente manera la batalla de Villar: “Juana avanzaba casi en línea recta, rodeada por sus feroces amazonas descargando su sable a diestra y siniestra, matando e hiriendo. Cuando llego a donde quería llegar, junto al abanderado de las fuerzas enemigas, sudorosa y sangrante, lo atravesó con un vigoroso envión de su sable, lo derribo de su caballo y estirándose hacia el suelo aferrada del pomo de su montura conquisto la enseña del reino de España que llevaba los lauros de los triunfos realistas de Puno, Cuzco, Arequipa y la Paz”. Por esta acción en la batalla de Villar en 1816, Juana Azurduy fue ascendida por el General Manuel Belgrano al grado de Teniente Coronel del ejército. 

            Luego del asesinato de su esposo y de los principales jefes, Juana se trasladó a Salta donde combatió con Güemes, quien la protegió y le dio el lugar correspondiente. Después del asesinato de este en 1.821, Juana entró en una profunda depresión y además por distintas razones se vio reducida a la pobreza.

            En 1.825, Simón Bolívar, luego de visitarla y ver la condición miserable en que vivía, avergonzado la ascendió al grado de Coronel y le otorgó una pensión. Al salir, le comentó a Sucre: «Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre».

El liderazgo como destreza



            Muchas son las formas de pensar la capacidad de liderazgo, en su libro: “De la guerra”, Clausewitz analiza lo siguiente: “una mente poderosa no es la que es capaz de emociones fuertes, sino la que mantiene su equilibrio bajo el peso de las emociones más fuertes, de manera que, no obstante las tormentas que se producen en su interior, la convicción y el juicio pueden actuar libremente, como la aguja en un barco sacudido por la tormenta” (Clausewitz, 2004: 63).

            Por su parte, Jeremy Courdi en su libro: “Estrategia” acerca del liderazgo expresa: “el buen liderazgo y la buena toma de decisiones van de la mano. El liderazgo eficiente depende de la capacidad de saber cuándo avanzar y cuando cambiar de curso, además de la capacidad de demostrar propósito y dirección. Esto resulta esencial cuando se moviliza a la gente, se determinan prioridades y se genera compromiso” (Courdi, 2008:195) más adelante se refiere al “liderazgo decisivo”, entendido este como una serie de destrezas de liderazgo que se pueden aprender y que están fuertemente interrelacionadas, ellas son las siguientes:

·         La capacidad de fomentar la innovación y la creatividad y de aprovechar las sinergias entre las personas, a veces entre equipos dispares y distantes.

·         La inteligencia y el coraje de reconocer los errores y aprender de ellos.

·         La percepción y la sensibilidad para analizar las distintas opciones, y la capacidad para ayudar a otros a hallar sus soluciones.

·         Habilidad para delegar de forma tal que la toma de decisiones pueda ser transferida a otros integrantes de la organización con suficiente tiempo o información.

·         La capacidad para motivar a las personas para que tengan la inspiración de prevenir y resolver los problemas por sí mismas, además de implementar las decisiones en forma proactiva.

·         La capacidad de enfocar a otros en  las cuestiones igualmente importantes de servir a los clientes y gestionar los cambios.

·         La habilidad de comunicación.

·         El coraje y la capacidad de tomar decisiones críticas. (Courdi, 2008:195)



            En este aspecto podríamos nuevamente traer el pensamiento de Sun Tzu y Clausewitz quienes sumarian imaginariamente al respecto lo siguiente: “el general que conoce el arte de dirigir sus tropas para la guerra lo hace como quien abre una brecha en el dique de una gran represa: las aguas se precipitaran sin ningún obstáculo, arrastrando todo a su paso” (Sun Tzu, 2003:32) y Clausewitz podría aportar: “la guerra implica incertidumbre, tres cuartas partes sobre las que se basa la guerra yacen ocultas en la bruma de una incertidumbre más o menos grande. Por lo tanto, antes que nada es necesaria una inteligencia fina y penetrante que perciba a la verdad con juicio intuitivo.” (Clausewitz, 2004: 55).



Bibliografía:

·         Clausewitz, Karl Von (2004) “De la guerra” Ediciones Libertador. Buenos Aires

·         Courdi, Jeremy (2008) “Estrategia, claves para tomar decisiones en los negocios”. Ed. Cuatro Media. Buenos Aires.

·         Koontz, Harold y Weihrich, Heinz (1998) “Administración, una perspectiva global” 11 edición; Ed. Mc Graw Hill Interamericana. México.

·         Robbins, Sthepen P. y Coulter, Mary (2005) “Administración” Octava edición. Ed. Pearson Educación. México.

·          Sun Tzu (2003) “El arte de la guerra” Ed. Pluma y papel ediciones. Buenos Aires

·         Vause, Bob (2008) “Análisis estratégico de compañías”. Ed. Cuatro Media. Buenos Aires.

                Paginas de Internet consultadas:




·         http://www.alianzabolivariana.org/pdf/Juana_Azurduy.pdf



[1] Licenciado en Administración, Analista en Marketing y estudiante avanzado de la licenciatura en Sociología.
Docente de la materia “Administración Financiera” - Universidad de Flores y “Administración de ONG´s” y Tercer Sector” de Universidad Nacional del Comahue. Además dicta las materia: “Organización de empresas” en el Instituto Terciario “Isi College” y “Administración I” en el Instituto Superior Terciario “General Roca”.
[3] “El General San Martin y la campaña Libertadora” análisis estratégico para los negocios, Enero 2011
Segunda Parte. Disponible en Internet en:
[4] “El General Martín Miguel de Güemes y la guerra de guerrillas”, Estrategia en los negocios III parte. Abril 2011.
Tercera parte disponible en Internet en:
http://administraciondesdeelsur.blogspot.com/2011/04/el-general-martin-miguel-de-guemes-y-la.html
[5] http://www.martinmiguelguemes.com.ar/boletines/Bol%20N%C2%BA%20133,%20May%2011.pdf
[7] Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Juana_Azurduy
[8] Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Juana_Azurduy
[9] Fuente de Internet: http://www.alianzabolivariana.org/pdf/Juana_Azurduy.pdf

2 comentarios:

  1. Belloso Suárez de La Paz Bolivia20 de diciembre de 2011, 17:31

    Para nosotros la figura de Juana fue también admirable

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  2. Mil gracias por este documento tan bien elaborado, y aún más, acerca de un chileno maravilloso, que tuvo la capacidad de hacer sentirse orgullosos de la patria que conquistaban al arriero, al obrero, al cargador, y a todos aquellos que con el sudor de su frente hacían y hacen patria todos los días... ese mismo compatriota jugado, alegre, creativo, coqueto, perspicaz que fue apagado por incentivar al resto al sentirse dueños de su tierra, de su alma, de su libertad! Lorena de Chile!

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