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lunes, 13 de diciembre de 2010

Desde los datos hasta el capital intelectual: una cadena de valor






Lic. Pedro Dobrée
Lic. Marcos Dattoli

Este artículo esta “posteado” en dos partes; la primera se inserta a continuación y la segunda la podrán leer en la próxima entrada.


Introducción

            El presente escrito pretende describir una cadena de valor que, partiendo de simples datos, logra conformar parte del elusivo y hasta el presente no mensurable, concepto del Capital Intelectual de las organizaciones.

            ¿Qué sucesivos procesos deben efectuarse para que los datos se conviertan en el complejo concepto final? Cuáles son los estados intermedios de esta secuencia de procesos? En qué consisten los variados mecanismos de retroalimentación que cada etapa supone? y finalmente, cuáles son los soportes sobre los cuales descansan los procesos y sus resultados, en cada una de las etapas de la transformación? 

            Estas son las preguntas que se tratan de responder aquí, con el objetivo de contar con una herramienta analítica que ofrezca mayores posibilidades de diseño de estrategias para la ampliación y consolidación del Capital Intelectual de las organizaciones.

            En el diagrama que acompaña este escrito, se describe el proceso con la intercalación de los diversos estados evolutivos del dato y los procesos que permiten pasar de uno a otro. Se indican entonces 5 estados distintos (Conjuntos Homogéneos de Datos, Información, Conocimiento, Sabiduría y Capital Intelectual) y 4 procesos de transformación (Procesamiento,  Reflexión,  Experiencia de Hacer y Socialización). En total 9 estaciones distintas de un mismo proceso.


Un intento de definir el concepto de Capital Intelectual

El Capital Intelectual no se ve ni se toca, pero como las hadas en la campiña irlandesa existe y, en este caso, afecta los resultados de la organización a la que pertenece.  “Es la suma de todos los conocimientos de todos los empleados de una empresa que dan a esta  una ventaja competitiva”, dice Thomas Stewart[1]
Un análisis más en detalle de la composición del Capital Intelectual indica[2] que este tiene 3 componentes:
1.       El Capital Humano, que comprende las competencias, los conocimientos, los valores, las actitudes proactivas y el potencial innovador de los individuos dentro de la organización.
2.      El Capital Relacional, que incluye la marca prestigiada de la organización y/o de algún producto, las patentes, los canales de distribución y mercadotecnia de una organización, su red de socios por alianzas estratégicas y la lealtad y capacidad de generación de ideas de sus clientes y proveedores[3].
3.      El Capital Estructural es la infraestructura innovadora de la empresa. El medio por el cual los Capitales Humano y Relacional, se apalancan y finalmente se convierten en capital financiero y en resultados. El Capital Estructural incluye las marcas registradas, los derechos de diseño, los conocimientos acumulados producto de continuidad en I. y D., el aprendizaje y trabajo de los equipos de la organización, sus estrategias, visión, cultura, sistemas informáticos, bases de datos, e innumerables cuestiones intangibles, que son las fuentes verdaderas del potencial del valor y de la ventaja comparativa.
   El Capital Intelectual ha sido motivo de la preocupación de economistas y contadores, en el sentido de poder asignarle valores numéricos e incorporarlo a los Estados Contables, en atención a que su existencia y su mayor o menor valor, incide en la generación de los resultados y en la cotización de sus acciones en los mercados bursátiles.
Los datos y la información

            Un dato es un hecho, un evento, una circunstancia. Aislada de otros, carece de significación.

            El primer eslabón de la cadena de valor que se quiere describir no se conforma con un dato, sino con un conjunto de datos homogéneos. Los conjuntos de datos son, para cualquier organización, prácticamente infinitos. Algunos se podrán referir a los nombres de sus clientes o los atributos de estos, como su dirección, edad, sexo, condición civil, montos usuales de compra, etc. Otros podrán ser los ingresos obtenidos, por cada venta,  por la percepción de tasas de servicios o por diversas donaciones. Otros más se han de referir a circunstancias de su entorno, como características de los competidores, legislación vigente, políticas públicas en la sociedad en que actúan, circunstancias que han de conformar la historia del momento vivido, series estadísticas referidos a hechos meteorológicos, a variables poblacionales o demográficas, etc.

            Pero nuevamente, los datos, aún cuando son muchos, conformando un conjunto homogéneo, tampoco tienen sentido para la organización. Solo presentados de cierta manera, sumados, agrupados con determinado criterio, promediados, comparados entre si, adquieren significación[4].

            Este procesamiento, al que se alude en el párrafo anterior y que puede caracterizarse de variada forma, transforma a los conjuntos de datos en información.

            Es entonces el procesamiento que le da valor a los datos. El procesamiento hace que el conjunto de datos se convierta en inteligible; permite a partir de aquí, que sea leído e interpretado.

            Las modalidades, muy diversas, del procesamiento de datos emprendido, no modifican la esencia de la operación. Una encuesta puede ser procesada “a mano” o mediante un software desarrollado al efecto. Un periodista agrupa y ordena varios datos entrevistando testigos, policías, fiscales y/o jueces, para redactar una nota que informe sobre un crimen ocurrido. A un conjunto de datos estadísticos, se le aplica el modelo matemático “de análisis de series temporales para establecer una ecuación que refleje una tendencia” a efectos de elaborar un pronóstico de lo que pueda suceder en el futuro cercano. O simplemente se suman por separado las ventas de una organización, agrupándolas según el domicilio de los compradores. En todos estos casos se han procesado los datos y se los ha transformado en información útil.

            Cada conjunto de datos termina siendo un conjunto informativo; pero el conjunto informativo, el bloque de información, puede ser también el resultado del procesamiento de varios conjuntos de datos [5].

Reflexión y Conocimiento

            La información, como tal, no es conocimiento. Conocimiento se adquiere cuando se reflexiona sobre los datos inteligibles, llegando a conclusiones que luego podrán ser aplicados. El conocimiento es un atributo de las personas, que se adquiere con menor o mayor grado; o, lo que es lo mismo, las personas presentan diversidad en cuanto al mayor o menor conocimiento que han adquirido. Y el grado de este, depende de la profundidad de las conclusiones y de la cantidad de información utilizada para llegar a ellas.

            El grado de conocimiento es función de:
a)     La cantidad de bloques de información integrados. Tendrá mayor conocimiento quien logre integrar la mayor cantidad de bloques[6]; para ello la calidad de la información es esencial, en términos de la síntesis que se logre, sin desmedro de su representatividad y claridad.
b)     La pertinencia de cada uno de estos bloques. Los bloques informativos, la información, podrán tener una relación muy estrecha entre si o basarse en datos que tienen origen muy distante. Para quien esté analizando las posibilidades en el corto y mediano plazo de la comercialización de carbón de piedra, con datos referidos a existencias, calidades calóricas, localización de los yacimientos, medios de transporte, etc., la información sobre las tendencias en el precio internacional del petróleo, resultarán absolutamente pertinentes. Pero información sobre las actitudes de los Estados y las grandes empresas energéticas, ante la inversión en I y D sobre fuentes alternativas de energía, será información también pertinente, pero más lejana y menos crítica.
c)     La cantidad de datos que integran cada bloque de información. La calidad de la información que luego ha de nutrir el conocimiento de una persona es, obviamente, función, entre otros factores también mencionados aquí, de la cantidad de datos que se ha logrado recolectar.
d)     La interrelación que se logre establecer entre cada bloque. El conocimiento, más que el resultado de contar con datos, es el esfuerzo realizado y el resultado logrado de establecer relaciones entre los distintos bloques, con una acción sinérgica.
e)     La profundidad de la reflexión realizada.  El esfuerzo de reflexión – su profundidad – se manifiesta en la cantidad de relaciones establecidas entre cada bloque y en las conclusiones a los cuales se arriba, tanto al analizar los bloques en forma individual, como al considerarlos como un grupo de bloques.




[1]  Stewart, Thomas; “La nueva riqueza de las naciones: el capital intelectual”. Ed. Gránica, 1997; citado por Romina Hock (Uflo, 2004)

[2] Stewart, Thomas; op. cit.


[3] Como indican Perman y Scouler, citando a John Kay (“Business Economics”; Roger Perman y John Scouler; O.U.P.; New York,1999) al analizar las estrategias de empresas exitosas, indican que una de ellas es la conformación en el tiempo, de un equipo de intercambio de información, externo a la organización y conformado por la empatía entre la organización y sus clientes y con otras organizaciones como proveedores, creando un ambiente que auspicie la cooperación en el largo plazo y disuada las actitudes oportunistas.
[4] El conjunto de respuestas a una misma pregunta de una encuesta en un formulario escrito, no pasa de ser un montón de papeles sobre un escritorio o en un archivo de un estante.
Pero si estas respuestas se procesan de tal forma que pueda decirse de ellas que, por ejemplo, ante la pregunta 1, el 27 % de los entrevistados contestan A y que los restantes, el 73 %,  contestan B, los datos ya son indicadores de una opinión del conjunto entrevistado y en donde una mayoría, (abrumadora?) está a favor de la respuesta B. Esta situación ahora entraña un valor significativo de los datos.
[5] Un ejemplo de esta situación es la de los conjuntos de datos a) climáticos y b) geológicos, todos de una misma región. Ambos conjuntos procesados producen información relacionada con la capacidad agronómica del área.
[6] Uno de los autores ha sufrido una experiencia reciente que bien vale como ejemplo de esta característica. Hace ya muchos años leyó una biografía de Shaka, rey de los zulúes. Este muy interesante personaje de la historia africana, guerrero invencible de fines del siglo XVIII e inicios del XIX, fue un gran innovador de la organización social y militar de su gente y del imperio que formó. Pero la relectura, ahora con conocimientos relativos a los procesos de liderazgo y de la caracterización del modelo de organización burocrática, ha permitido una nueva y más profunda apreciación del héroe y de su época, y un placer superior en la lectura. Juegan en estas circunstancias, la información sobre la  biografía de Shaca y sobre su entorno, conjugada con la información sobre las dos temáticas organizacionales que se mencionan.

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