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viernes, 17 de diciembre de 2010

Desde los datos hasta el capital intelectual: una cadena de valor (IIda. Parte)







Lic. Pedro Dobrée
Lic. Marcos Dattoli

Continuación de la descripción de un proceso de formación de Capital Intelectual

Sabiduría

El conocimiento teórico, se transforma en sabiduría cuando aquel se combina con la experiencia exitosa del hacer. La aplicación del conocimiento en la búsqueda de mayores niveles de eficiencia en la organización, es la sabiduría.

La “incorporación a la experiencia”, cuarta y última etapa del proceso decisorio de Herbert Simon, es un ejemplo de lo que aquí se quiere explicar. Luego de haber recolectado y procesado datos pertinentes, el decisor elige una de las alternativas que tiene a su disposición e ingresa al campo de la acción. Con posterioridad a esto, analiza los resultados de su accionar y en razón de este análisis, confirma o corrige la decisión tomada. Es en esta instancia que se produce una diferenciación en el sujeto del proceso.

Reflexionar sobre el proceso del hacer con conocimiento, permite enfrentar en el futuro una situación similar con la experiencia de lo realizado. Esto permitirá corregir, o confirmar, un curso de acción, logrando que los resultados sean continuamente mejores

El Capital Intelectual

La sabiduría es un atributo individual. Son las personas las que adquieren la capacidad de incorporar al conocimiento, la experiencia del hacer.

Para una organización, contar con personas con este atributo resulta de gran valor. Pero también implica esto un peligro: el peligro de depender excesivamente del criterio de uno o de varios “genios”, que también, lamentablemente, se equivocan O de verse obligado a hacer pasar todos los procesos por los puestos de trabajo que estos ocupan, concentrando y demorando las acciones innecesariamente. O, finalmente, entrando en crisis cuando estas personas ya no están más.

Corresponde entonces, para superar estas dificultades, buscar un proceso de socialización de la sabiduría, que permita que sea el cuerpo social que la adquiera, de tal forma que esta sea un bien compartido por los diversos miembros del ente, o a un número importante de ellos, convirtiendo a este en una “organización que aprende”.

Las organizaciones que logran poner en marcha procesos exitosos en este sentido, adquieren un “bonus” adicional. La sabiduría compartida, socializada, es decir el Capital Intelectual, por efecto de la sinergia, es superior a la sabiduría de cada uno de los integrantes del cuerpo, considerados en forma individual.

Este proceso al cual aludimos es el del aprendizaje en equipo. Dice Peter Senge al respecto de ello que “…implica dominar las prácticas del diálogo y la discusión, las dos maneras en que conversan los equipos”[1]

En el diálogo las personas escuchan a las otras, suspendiendo los supuestos propios; esto significa que los saberes propios deben ser momentáneamente dejados de lado (suspendidos), a efectos de analizar con absoluta objetividad, lo expuesto por el otro. En la discusión, las personas defienden sus ideas. Para ello esgrimen sus mejores argumentos, con la intención de explicar a quienes tienen frente de ellos, las bondades de su posición.

En el primero el objetivo es descubrir nuevos puntos de vista; en el segundo se busca llegar a decisiones. En ambos subprocesos, el objetivo es buscar siempre la mejor forma de hacer las cosas.

El éxito del aprendizaje, y la consiguiente transformación de sabidurías individuales en Capital Intelectual, se basa en la capacidad de los individuos que componen el grupo, pero sus resultados deben superar el techo de cada uno, encontrando a partir de las visiones individuales y diversas, una visión compartida.


Los soportes

Los datos recolectados, van a parar, tarde o temprano, a un soporte informático. Ya casi es imposible imaginar que un conjunto de datos no esté incorporado a un mecanismo electrónico de almacenamiento y/o procesamiento. Hasta la lectura de periódicos se hace hoy, en buena medida, frente a una computadora y navegando por Internet. Y para los casos en que se leen libros o publicaciones varias en papel, es de pensar que quien originalmente escribió, tuvo el auxilio, para todo su tarea o para parte de ella, de una computadora. Libros y revistas, finalmente, pueden ser leídos hoy en la pantalla del procesador.

Y el procesamiento posterior puede hacerse con recursos de software cada vez más sofisticados. Y de hecho se hace así.

Está claro entonces que el soporte de los datos, del procesamiento de ellos y de su resultado, la información, es tecnológico.

Esta evidencia provoca, en quienes se especializan en el desarrollo de los soportes requeridos y también en su operación, la sensación de que todos los males referidos a decisiones equivocadas, se solucionan corrigiendo o mejorando los soportes tecnológicos utilizados.

Pero en el diagrama que se inserta al final, solo las 3 primeras del total de las 9 estaciones caen bajo lo expresado arriba. Las 6 restantes se respaldan en la habilidad y en el intelecto humano.

No queremos minimizar la importancia del soporte tecnológico; por el contrario, subrayamos que justamente son las primeras estaciones del proceso que requieren de este apoyo y si hay inconvenientes al inicio, todo terminará en un fracaso. Pero si no hay correctos análisis, interpretaciones y aplicaciones luego, aún con la mejor tecnología, se acabará equivocado. En resumen: la habilidad técnica y conceptual de las personas sigue importando y aún no ha sido reemplazada por la máquina.

Los mecanismos de realimentación.

Los mecanismos de retroalimentación adoptan diversas modalidades, según las circunstancias de su ubicación y de su acción.

Como en todo proceso, para llegar al objetivo inicialmente planteado, se debe contar con un sistema de controles que permitan verificar las bondades de cada uno de las etapas cumplidas.

En el esquema que se está intentando describir, la primera retroalimentación es la que se produce con la validación de los datos. Corresponde a un sistema cerrado y en ella se verifican las consistencias de los datos, desechando todos aquellos que no cumplen con ciertas condiciones establecidas de antemano. El control es adrede, pues de no haber voluntad de efectuarlo – es decir, incorporar el mecanismo al procesamiento - el asunto avanza, con errores, pero sin interrupciones.

La segunda validación es un ejercicio intelectual. Se trata de verificar si existen relaciones lógicas entre las diversas ideas que componen el conocimiento adquirido. Requiere de un esfuerzo del intelecto, buceando en las conclusiones y en los conceptos, desechándolas cuando se verifican contradicciones internas. Es en esta etapa de control que puede descubrirse una falta de pertinencia de los datos trabajados.

La tercera hecha mano a los resultados del hacer. Las inconsistencias que pueden ser localizadas son empíricas, pues se producen al analizar los resultados del accionar del hombre; es decir, la aplicación de los conocimientos al mundo del trabajo. En esta etapa estamos en el contexto de un sistema abierto, pues las conclusiones se obtienen desde las “salidas” del sistema.

Finalmente nos debemos encontrar con un mecanismo que nos asegure la eficiencia del Capital Intelectual. Este también actúa en un sistema abierto. Las señales negativas - que indican las necesidades de intervenir corrigiendo – se producen en términos de decisiones equivocadas, de planificación ineficiente y de sistemas de controles poco efectivos. Es decir, provienen de los resultados.

La realimentación dirige su señal hacia el proceso de socialización. Pues si no hubo inconvenientes en cuanto a la construcción de la Sabiduría, los problemas, si los hubo, aparecieron a la hora de su distribución en el conjunto de los miembros de la organización. Las eventuales correcciones se tendrán que hacer en cuanto a las modalidades y a las circunstancias de la socialización.





[1] “La Quinta Disciplina” Peter Senge; Edit. Granica, Buenos Aires, 2006

2 comentarios:

  1. Felicitaciones a los autores por tan significativo aporte.
    Quienes desde la docencia y la investigación estamos trabajando en el tema de los intantigibles encontramos en el presente artículo un aporte significativo en su tratamiento.
    La mayoría de los trabajos sobre el tema los autores tratan de “fotografiar” al “capital” intelectual en correspondencia con su incorrecta denominación (en mi criterio) y terminan cayendo en la trampa de las palabras y su lógica lineal de pensamiento de solo abordarlo desde la teoría valor como si se tratara de otro bien contable.
    En este sentido Uds han sabido salirse de ella para abordar el gran desafío que tiene la ciencia de la administración con respecto a los intangibles en su diferentes expresiones que es el su gestión. Evaluar la Gestiòn es definir procesos como lo han desarrollado, junto a recursos, resultados e impactos.
    Es por ello que en igual sentido también reivindico la importancia que le han asignado al dato como génesis de toda de decisión futura. Dato-información son dos caras de una misma moneda sin embargo la primera ella aparece devaluada en la gestión de las organizaciones sin reconocer que condiciona al valor total.
    Felicitaciones nuevamente por lo producido y quedo a vuestra disposición para profundizar estos tipos de debates.
    Mgter Miguel Blazquez

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  2. Gracias Miguel por tus comentarios.
    De que manera llamarías al Capital Intelectual?
    No estoy de acuerdo con eso de la ciencia de la Administración; algún día de estos podremos debatir sobre el tema

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