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jueves, 26 de agosto de 2010

Génesis y evolución de la Contabilidad en la Edad Media



Autor: Santiago Polito Belmonte

  La diferencia básica entre los capitalistas, si así puede llamárseles, del mundo grecolatino mediterráneo, con los que surgirán a partir del renacimiento urbano y comercial de los siglos XI y siguientes, radicará en el origen de sus capitales: en la antigüedad clásica, el acrecentamiento de bienes y riquezas será el resultado de afortunadas guerras de conquista y de las exacciones y despojos de los pueblos y regiones dominadas por el conquistador. Un ejemplo típico es el del romano Craso que, como prestamista financia las campañas electorales de Julio César y se resarce con creces una vez que éste regresa victorioso luego de conquistar las Galias.
   Por el contrario, el capitalismo bajo-medieval, nacerá y prosperará como resultado del cálculo y la especulación mercantil, a partir del accionar del mercader itinerante que, después del año mil, en una Europa occidental  ya menos azarosa por el término de las oleadas invasoras que la venían jaqueando desde el Siglo V casi sin interrupción, se animará a comprar lo más barato posible allí donde abundan algunas mercancías, para ir a venderlas al precio más alto , aunque no sin correr grandes riesgos, en otras regiones donde escasean o no se las produce. La diferencia resultante, -si logra regresar indemne a su punto de partida- , constituirá su ganancia y, paulatinamente, dará inicio a un precapitalismo de corte netamente comercial.
   La paulatina evolución y acrecentamiento subsiguientes son sobradamente conocidos: del mercader itinerante solitario, a la empresa familiar (sin intermediarios) y de ésta a las sociedades en commenda de varios comerciantes reunidos para compartir pérdidas y ganancias.
   Paralelamente, la evolución se dará también con el funcionamiento de las ferias anuales de Champaña: en enero y febrero en Lagny; marzo y abril en Bar-sur-Aube; mayo y junio en Provins; julio y agosto en Troyes, septiembre y octubre en San Ayoul, (Provins) y de nuevo en Troyes, (pero ahora en San Remi) en noviembre y diciembre cuyo mayor esplendor se registra en el Siglo XIII, y en las cuales, el primitivo tránsito de las mercancías desde los mares Mediterráneo y Báltico hasta Champaña, requería también el riesgoso traslado de las diferentes monedas en metálico en uso: florines, ducados, dinares, libras, marcos, etc. modalidad que dará lugar a la actividad de los imprescindibles cambistas, en sus comienzos de origen lombardo, a los que se les dominará banqueros porque solían sentarse en las ferias en un banco de madera, desde el cual realizaban el canje de las distintas monedas, obteniendo de esa manera sus ganancias.
   No obstante, ya bastante antes del 1300, año en el que hace su aparición el mercader sedentario que desde su empresa y su ciudad de origen dirigirá todas sus operaciones comerciales merced a un ejército de comisionistas, representantes y empleados que trabajan para él, dicho peligroso traslado de monedas junto con las mercaderías, será paulatinamente remplazado por medios de pago cada vez más sofisticados: la letra de cambio, el pagaré, el crédito y, sobre todo, el funcionamiento de un verdadero clearing y cámara compensadora al cierre de cada feria.
   No es nuestro propósito reseñar pormenorizadamente esa evolución que acompañará a la creciente acumulación de capitales en manos de los mercaderes y financistas burgueses de la Baja Edad Media; baste señalar que antes del Siglo XIV ya estaban en germen los que luego serían los seguros marítimos, las sociedades anónimas y todo un complejísimo sistema de intercambios, con técnicas cada vez más eficaces para la obtención de ganancias y acrecentamiento del lucro, objetivo primero y principal de toda esa actividad comercial, inexistente en la anterior etapa de la Alta Edad Media.
   Nos interesa sí, referirnos a esa otra actividad concomitante con el desarrollo comercial y que constituye la piedra de toque en el perfeccionamiento del sistema: los estudios contables o el conocimiento de la teneduría de libros comerciales.
   Necesariamente, todas esas operaciones que acabamos de mencionar, exigían día a día procedimiento más afinados y precisos, métodos más seguros y menos complicados, riesgos unitarios o centralizados, disponibles allí, en los lugares desde los cuales se dirigían las empresas y sus operaciones.
   Explicablemente, en sus inicios, esas anotaciones surgieron dispersas en cada sucursal, con libros para las compras, para las ventas, para los deudores y para los acreedores, para las existencias o stock in hand de mercaderías, para el pago de los salarios de operarios y de empleados y, sin duda alguna, también el códice secreto en el que figuraban los guarismos escamoteados a los competidores y a los recaudadores de impuestos. Tan antiguos resultan los registros en negro.
   Indudablemente, tantas y tan variadas anotaciones dificultaban no sólo las operaciones en sí mismas sino también su claro control y, consecuentemente, dificultaban la prevención del damnum emergens  como también el cálculo del lucrum cessans, imprescindibles para la obtención de la sagrada ganancia.
   La práctica de realizar un previo presupuesto de gastos e inversiones para obtenerla  surgió tempranamente, así como el registro separado de las cuentas propias y de las cuentas de otros que luego, en la modernidad, derivarán hasta las actuales cuentas corrientes, pero que ya en el Siglo XIII posibilitaban efectuar pagos recíprocos por compensación sin traslado de efectivo.
   La expansión de esta cada vez más compleja organización de los negocios, requirió un paulatino avance en las técnicas contables y, de manera explicable, tal como lo afirman los tratadistas e investigadores tanto de estos aspectos teóricos de las actividades, como en sus aspectos prácticos operacionales, fueron los mercaderes italianos los primeros innovadores en casi todos los rubros y también en lo que Werner SOMBART (1) denominó la piedra angular del capitalismo moderno: la contabilidad por partida doble, invención atribuida en algún momento a los genoveses, sobre la base de un hallazgo realizado en uno de los registros contables de los Massari, mercaderes de esa ciudad italiana, fechado en 1340, aunque más recientemente F. Melis (2) descubrió un asiento de doble entrada en un Banco de la ciudad de Pisa, fechado en MCCCXXXVI, es decir 1336.
   Casi sin discusiones se acepta hoy la aparición de esta técnica en la región de Toscana en la primera mitad del Siglo XIV y su difusión pudo ser rastreada desde las ferias de Champaña a partir de los libros registrales de los Rinieri Fini, cuya etapa de mayor actuación se sitúa entre 1295 y 12305.
   Esta verdadera revolución de la contabilidad, como la denomina Le Goff, (3) se difundirá a paso de hombre, con la lentitud propia de la época y también será hallada, bien que con las diferencias de método y utilaje, entre los mercaderes de la Hansa Teutónica y más lejos aun, en los registros realizados sobre cortezas de abedul (berestá) de las ferias eslavas contemporáneas en Nijni Novgorod, claro que en ambos casos los procedimientos resultan más rudimentarios que los utilizados por los italianos.
   Digamos también que esas técnicas italianas recién comenzarán a generalizarse a fines del Siglo XV y aun algo más tarde, en regiones no tan alejadas, como las ciudades portuarias del occidente francés: Bretaña, La Rochela, Burdeos, etc., pero allí donde se aplican, encontraremos al mercader sedentario, que maneja la urdimbre de sus vastas y alejadas empresas y negocios, desde lo que hoy denominaríamos casa matriz y merced a un nutrido grupo de agentes, comisionistas, representantes, contables y empleados, que allí y en el extranjero le responden, tema éste abundantemente documentado en la correspondencia comercial de la época que, afortunadamente, ha sido
prolijamente conservada.
   Veamos todavía un aspecto más, pero no menos importante, relacionado con esta aparición y crecimiento de las técnicas contables. Sabido es que las hoy denominadas ciencias económicas recién adquieren verdadera relevancia y autonomía a fines del Siglo XVIII y ello con motivo de la Revolución Industrial, sin que por entonces su enseñanza y aprendizaje se llevara a cabo en los ámbitos universitarios. En esta, como en tantas otras disciplinas científicas, las demandas que va formulando día a día la cambiante realidad socioeconómica, no será satisfecha en sus inicios por la Vniversitas, dado que la aritmética y la geometría, sólo serán meramente  y hasta bien entrada la modernidad, dos de las cuatro vías (quadrivium) que se cursaban en la Facultad de Artes.
   En los siglos XIII al XV, los conocimientos comerciales y bancarios, la teneduría de libros mercantiles, las nacientes técnicas que acompañan el creciente desarrollo del capitalismo y sus operaciones conexas, debieron idear y crear simultáneamente los ámbitos y los métodos para adiestrar a quienes necesitaban utilizarlos. Inicialmente, ese aprendizaje en el arte de los negocios, imprescindible para lo que podríamos denominar el perfil o la areté  del perfecto burgués empresario, sólo tuvo la forma de un adiestramiento típicamente medieval, similar al del aprendiz aspirante a oficial en los talleres de los gremios de artesanos o al del paje aspirante a escudero al servicio de un señor feudal. Todos ellos respondían a una gradualidad sin prisas, para alcanzar la consagración como Maestro o como Caballero, según el caso, o en los negocios como Contable experimentado en el metier comercial, pero siempre con un entrenamiento práctico continuo, al servicio de algún mercader acreditado, ya se tratara de alguien perteneciente a su propia familia (empresa familiar) o en alguna firma amiga en actividad.
   Al respecto, resulta suficientemente esclarecedora la obra de Francesco di Balduccio Pegolotti (1310-1342), titulada Prática della mercatura, para citar una entre varias que se asemejan y constituyen una especie de manuales al uso, en los que se reunían y describían experiencias, proponiendo ejemplos y problemas. Pero en realidad, el peso y lo importante de ese aprendizaje, continuará por muchos años basado, en lo práctico, trabajando con algún mercader acreditado y en lo teórico, en los limitados conocimientos de la aritmética y el cálculo propios de la época. Recordemos que el cálculo recién pudo progresar más fácilmente en Europa occidental a partir del Siglo XIII, gracias a la generalización en los ámbitos mediterráneos de la numeración arábiga, sobre todo con la utilización del cero indostánico, y la colocación de las cifras en posiciones fijas predeterminadas y constantes. Menos importante pero no desdeñable como facilitación de las operaciones, será también la adopción de la datación moderna en día, mes y año y la introducción y difusión del reloj en lo alto de los edificios comunales, con la división de los días en 24 horas mensurables, todo lo cual contribuirá e imponer el número, la precisión, el cronograma y la planificación en las prácticas contables.
   Mención aparte merece el personaje que durante mucho tiempo fue considerado como el creador de la contabilidad por partida doble, aunque se tarea -valiosísima- fue la de mejorarla , llevándola a gran altura matemática y también la de difundirla. Nos estamos refiriendo a Luca PACIOLI (c.1445-c.1510), con quien la matemática medieval alcanza su culminación simultáneamente con Leonardo PISANO.
   Relacionado íntimamente desde su juventud con las cortes burguesas italianas del quatrocento y con los artistas del Renacimiento, en 1477 PACIOLI ingresará en la orden de los franciscanos y comenzará a enseñar desde entonces en numerosas ciudades italianas. Su obra más famosa Summa de Arithmética, Geometría, Proportioni e Proportionalitá, será editada en Venecia en 1494 y constituye una verdadera enciclopedia matemática, escrita no en latín sino en lingua volgare, el toscano, ya para entonces definitivamente ennoblecido por escritores de la talla del Dante, Petrarca y Bocaccio. Esa obra comprende cinco partes, la primera de las cuales se ocupa de aritmética y álgebra; la última de geometría y, en lo que más nos interesa en el tema que venimos tratando, las segunda, tercera y cuarta, de aplicaciones comerciales, entre ellas la referida a la contabilidad por partida doble, expuesta de manera fundamentada, clara e impecable, lo cual posibilitó su difusión de manera rápida. No olvidemos que a mediados de ese Siglo XV, Gutemberg ya había puesto en vigencia la imprenta con tipos móviles, con todo lo que ello significará en orden a la difusión de los libros y las ideas.
   En 1496, Luca PACIOLI publicó en latín y en Milán su obra más importante De Divina Proportione, cuyo subtítulo agrega Obra muy necesaria a todos los ingenios perspicaces y curiosos, con la que todo estudioso de filosofía, perspectiva, pintura, escultura, arquitectura, música y otras disciplinas matemáticas conseguirá una muy suave, sutil y admirable doctrina y se deleitará con varias cuestiones de secretísima ciencia.
Toda una propuesta de novísima actualidad para entonces. Baste decir que en Milán, PACIOLI entró en contacto con Leonardo DA VINCI, colaborando mutuamente en los temas relacionados  con la áurea proporción, si se quiere, con un sentido cargado de misticismo, respecto a la división de un segmento en media y extrema razón, con algunas propiedades sin demostración.
Para esta obra, Leonardo realizó una serie de dibujos a mano alzada de figuras de sólidos, que influyeron notablemente en las concepciones estéticas de la plástica renacentista, pero sin relación con el tema de esta reseña: los orígenes de la Contabilidad.


NOTAS ACLARATORIAS
(1)           SOMBART, Werner: El Capitalismo Moderno. Ulm, 1902.
(2)           MELIS, F.: Storia Della regionaria. Contributo alla conoscenza e interpetazione delle fonti piu significative dellas storia economica. Bolonia, 1950.
(3)           LE GOFF, Jacques: Mercaderes y banqueros de la Edad Media. Bs.As., Eudeba, 1962.

6 comentarios:

  1. Estanislao Suardíaz – Uflo29 de agosto de 2010, 18:00

    Respecto del comentario efectuado por el Prof. Roberto E. Rubeo al artículo del Prof. Belmonte, me permito una reflexión en torno a la caracterización de la Contabilidad como disciplina.
    Las escuela Anglosajona fiel a su pragmatismo careció históricamente de una base científica, todo lo contrario ocurrió con la doctrina europea-continental con clara influencia sobre el pensamiento de los autores latinoamericanos.
    Héctor Bértora se pregunta en “Teoría de la Contabilidad” Macchi 1975: Contabilidad ¿ciencia, técnica o arte? Luego se decide por caracterizarla como una técnica destinada a producir resultados útiles.
    Carlos García Casella, reconocido investigador en temas de teoría contable, nos dice que la contabilidad es una ciencia factual, cultural y aplicada.
    Enrique Fowler Newton la define como una disciplina técnica.
    Podemos descartar el término “arte” dado que se emplea para caracterizar una labor que requiere habilidad y condiciones personales de un individuo.
    Finalmente en “Contabilidad –presente y futuro-” Macchi 1997, Chávez y otros, señalan que el debate sobre el rol de la contabilidad no ha terminado y que “…Sin embargo, existe coincidencia en que los trabajos de investigación que se promuevan deben adoptar los métodos y procedimientos que son aplicables a cualquier disciplina científica…” Esto es, basárse en el método científico.
    Finalmente, coincido con la opinión de Juan Carlos Viegas y Colaboradores que en “Teoría Contable” Macchi 1998 enseñan que “…la contabilidad como herramienta empleada para ordenar y registrar las operaciones y los hechos económicos en los que se ve involucrado el ente, no puede ser considerada ciencia formal…” “…podemos sumarnos a aquellos que por el momento definen la contabilidad como una “disciplina técnica”, sin descartar que con el avance de la investigación… pueda concluirse en la caracterización de la contabilidad como “tecnología”… la misma está definida como la utilización de la técnica aplicada para resolver problemas de carácter social…” Los desarrollos respecto del Balance Social y la contabilidad medioambiental, reforzarían ésta línea de pensamiento.

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  2. Pedro Dobrée (Uflo – Comahue)29 de agosto de 2010, 18:42

    Con frecuencia es difícil pensar que quien uno considera el inventor o creador de una idea o mecanismo, es en realidad quien resume o da la “puntada final” de un proceso en donde participaron otros y en donde los conocimientos y los conceptos se han ido acumulando y corrigiendo en el tiempo.
    Esto me ha pasado con el pobre Fray Luca Pacioli, a quien siempre le imputé en forma aislada la creación de la contabilidad por partida doble.
    Pero resulta que, según muy bien explica Polito, no fue lo de Pacioli “un rayo en la oscuridad” sino la “aparición del sol, en la luminosidad creciente de la alborada”.
    Obviamente todo esto no le quita mérito a Pacioli. Incorpora si a mis pobres conocimientos, la participación de otros protagonistas al proceso de creación de la técnica contable.

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  3. Dra. Haydée Martha Kravetz – Uflo29 de agosto de 2010, 18:44

    Me resulta reconfortante la difusión del los orígenes de esta disciplina, que si bien se ha desarrollado mucho más a partir de la revolución industrial en la edad moderna, es bueno que se sepa que desde la llamada antigüedad clásica hay indicios del incipiente capitalismo que, a pesar de muchas reformulizaciones, conocemos en nuestros días.
    Por lo que la ineludible alusión a los mercaderes itinerantes y a las ferias que dan origen a los distintos medios de pago, hasta homogeneizarse a través del oro por su alto valor y poco peso, deviniendo en papel moneda con la creación de los bancos y la complejidad cada vez mayor de las operaciones que hicieron necesarias registraciones que puedan leerse con un denominador común y la aparición de la partida doble con su consecuente revolución de la contabilidad, son la base de lo que hoy conocemos como ciencias económicas, abarcativas de diversas y confluyentes disciplinas.

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  4. Roberto E. Rubeo – (UNCo)29 de agosto de 2010, 18:48

    Pedro, leer el articulo me hizo reflexionar, primeramente, sobre un párrafo en donde el Prof. Polito describe que, en la antigüedad clásica el acrecentamiento de bienes y riquezas, fue el resultado de guerras de conquistas y de las exacciones y despojos de los pueblos y regiones dominadas por el conquistador. Me pregunto ¿cuándo cambió esa forma de enriquecerse por parte de los poderosos?
    Si revisamos el extenso período que va desde la antigüedad clásica a nuestros días, pareciera que solo fue cambiando la fachada de los encargados de llevar a cabo las magnificas y suculentas transacciones comerciales. Los verdaderos amos del poder, obtenido a través del dinero y otras acciones inconfesables, se mantenían ocultos, y hoy completamente en el anonimato debido al tipo de fusiones accionarias, donde nadie sabe quien es quien.
    Ahora bien, como mi interés se centró específicamente, en lo que el Prof. Polito escribió acerca de la aparición y crecimiento de las técnicas contables, y continúa conque hoy se las denomina ciencias económicas. Quiero aprovechar ésta oportunidad para preguntarme ¿cuándo pasaron las técnicas contables a convertirse en ciencia o más aún en ciencias económicas? ¿nos encontramos frente a una disciplina científica? ¿la economía se encuadra dentro de los estudios administrativos? Estimo un tema, que debe ser bien aclarado por su relevancia, y que nos adeudamos para expedirnos concretamente. Sólo lo podremos lograr mediante un fructuoso e intenso debate interdisciplinario, por lo menos entre aquellos que todavía, tenemos muchas dudas y pocas certezas.
    No creo que pueda esclarecerlo en estos breves comentarios. Pero sí diré algo al respecto, teniendo en cuenta que estas preguntas me servirán como disparador de un futuro artículo en donde trataré, con mayor profundidad el status epistemológico de la administración y el de la economía. Entendiendo por epistemología el estudio de las condiciones de producción y, fundamentalmente, de validación del conocimiento científico. A tales efectos, nos puede servir decir que subsiste una diferencia entre el adjetivo científico y el sustantivo ciencia. La fabricación de elementos cerámicos, de vidrio, de acero o de artefactos constituidos por la integración de todos ellos, se realiza mediante procesos controlados por técnicas que poseen fundamento científico; o sea, se funda en los resultados de investigaciones físicas y químicas, pero también dispone de conocimientos obtenidos en investigaciones y ensayos técnicos. Ahora bien, debemos aclarar que, las técnicas de producción de estos elementos cerámicos, vidrio, acero o artefactos, no son ciencias, son ramas de la ingeniería.
    Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, se tratará de averiguar si los estudios de administración y economía, aún los más rigurosamente científicos, constituyen una ciencia comparable con la química o la sociología, o están más cerca de una técnica comparable con la ingeniería nuclear o genética, la agronomía, la medicina, el derecho o las finanzas. Bueno, creo que ya me explayé demasiado al respecto, y con lo escrito hasta aquí, seguramente bastará para dejar planteado el problema, el que también pareciera tener ribetes filosóficos. Entonces, estamos en presencia de ciencia o técnicas? estará por verse.
    Muchas gracias Prof. Polito Belmonte, por darme la oportunidad de plantear éste problema. Su artículo, realmente me gustó, me ilustró y mejor aún, aumentó mi conocimiento del tema. Saludos y gracias, a todos los que hacen administración desde el Sur.

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  5. Lamentablemente la Contabilidad no ha podido superar sus formulaciones originales que aún siguen vigente, en la precaria técnica de la Partida Doble. Todavía se duda si es ciencia o técnica. Seguramente porque todavía sigue en la superficie de la realidad a la que se enfrenta. Ver //www.cienciadelacontabilidad.com

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  6. Muy buen aporte. Considero que saber de contabilidad es muy importante en estos tiempos de crisis económica. Saber llevar a cabo el eficiente control de los ingresos y gastos financieros es de fundamental a la hora de generar ahorros evitando deudas innecesarias.

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